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El hijo de Jack Cousteau: “Plásticos, esa marea negra invisible que nos envenena”.

El plástico está presente en todas partes, contamina nuestras aguas, ahoga la fauna marina, e incluso está en nuestros alimentos y en el agua que bebemos.


Es un problema de dimensiones globales, pero una ambiciosa “Estrategia de la Unión Europea (UE) para el plástico” podría ser esencial para salvaguardar nuestros mares y océanos, según reclama el científico galo Pierre-Yves




Cousteau, en una tribuna que publica EURACTIV, socio de EFE.


Pierre-Yves Cousteau, hijo menor del fallecido explorador, científico y cineasta francés Jacques Costeau (1910-1997), es asesor en asuntos de biología marina, además de experimentado buzo. Pierre-Yves redactó esta pieza de opinión en el marco de su compromiso en apoyo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). Si lo desea, puede contactar con él en su dirección de Twitter: @pycousteau.


Los problemas derivados del plástico marino me resultan muy cercanos.

Mi padre exploró el mundo durante 50 años, y documentó el estado de salud de la vida marina. Adentrándome en su trabajo, he comprobado de qué manera ha cambiado el mundo desde entonces. El cambio climático, la sobrepesca, la contaminación, y por último, aunque en absoluto menos importante, las reclamaciones de tierras y las construcciones costeras están destruyendo la vida marina en todo el globo.


Los subsidios, en especial los subsidios al petróleo, del cual el plástico es un subproducto, están alimentando muchas de esas amenazas globales. Nuestros impuestos tienen por objetivo, entre otros elementos, ayudar a mitigar los efectos exógenos derivados de nuestras sociedades de consumo, pero no a acelerar el ciclo de ciega destrucción de la naturaleza, del cual somos todos testigos hoy en día.


El mar Mediterráneo es un área acotada, y como tal representa u modelo acelerado de lo que podría llegar a ocurrir en el resto del océano. Aquí, en Europa tenemos una posibilidad de demostrar prácticas sostenibles al resto del mundo.


El océano nos ofrece muchos servicios. Los organismos que viven mucho más lejos de lo que pueden apreciar nuestros ojos mantienen los delicados equilibrios físicos, químicos y biológicos que nos mantienen con vida, regulando el carbono, alimentando a cientos de millones de personas, e incluso produciendo más de la mitad del oxígeno que respiramos.


¿Debería parar el envenenamiento?


El plástico ha empoderado a nuestra civilización durante un siglo, y sigue proporcionando enormes beneficios a la humanidad. Pero la comodidad que ha traído el plástico desechable está envenenando la naturaleza y a nosotros mismos. Y tiene que parar. ¿Debería parar la comodidad? ¿Debería parar el plástico descartable?

¿Debería parar el envenenamiento? La educación y la sensibilización, las mejoras en el diseño y la vida útil de los productos, y las adaptaciones de infraestructura pueden, todas ellas, contribuir a resolver el problema.


Hoy en día, el plástico está en todas partes del mundo: desde los mantos de hielo polar hasta los respiraderos hidrotermales de las profundidades abisales.

He buceado por todo el mundo durante los últimos 10 años, y ni en una sola de todas mis inmersiones he dejado de toparme con contaminación por plástico en alguna de sus formas.


Las operaciones de limpieza del océano son necesarias y ayudan, pero no resolverán el problema. Sólo el 15% de los plásticos marinos flotan, lo cual significa que la cantidad que (los equipos de limpieza) son capaces de alcanzar será limitada. Nos permiten “extraer” materiales descartados, y con ello reducir la producción de plástico “virgen”, pero los productos confeccionados a partir de esos plásticos reciclados pueden deshilacharse o romperse, y con ello continuar un ciclo con el cual contaminamos los océanos. La innovación puede solventar parte de este asunto de múltiples aristas, con productos diseñados para resistir mejor el desgaste, y con menos residuos tóxicos.


Al tiempo que los desechos plásticos se rompen y desgastan, enredan, envenenan y ahogan la fauna marina, cuando alcanzan el tamaño de partículas microscópicas, penetran en la cadena alimentaria, se convierten en bioacumulables con los animales y se biomagnifican a lo largo de toda la cadena alimentaria. El plástico es un lípido, al igual que las membranas celulares, por lo cual se impregna a través de la pared celular, perturbando los procesos celulares normales.


Tras bucear con tiburones en Hawai me quedé maravillado por esas extraordinarias criaturas. Algunas personas temen a los tiburones. Les confesaré qué me da mucho más miedo: el 30% de todo el pescado que se vende para el consumo humano contiene plástico en sus intestinos. El 30% de todas las ostras y mejillones contienen pequeños trozos de plástico. Y algo todavía más asombroso: recientemente se han descubierto microplásticos en el 80% de todas las aguas potables que se beben en el mundo.


El lema "Reducir, Reutilizar, Reciclar" se ha roto


En un informe reciente, el IUCN estudió los diversos orígenes de los plásticos primarios. Una de las conclusiones principales es que además de la erosión natural de los desechos plásticos en el océano, también liberamos microplásticos directamente en el medio ambiente ¡los cuales penetran de inmediato a la cadena alimentaria! Las principales fuentes de esta contaminación invisible son, sorprendentemente: neumáticos y textiles (algunas veces fabricados con plásticos “reciclados”), que se deshacen debido a la erosión mecánica y química.


Se trata de un asunto global de sanidad y seguridad medioambiental. Al reciclado aún le queda un largo trecho por recorrer. Quemar plásticos crea un montón de nuevos problemas, que se suman a los otros relacionados con el cambio climático global, vinculado al petróleo. El lema “Reducir, Reutilizar, Reciclar” está actualmente roto, dado que los materiales reutilizados y reciclados siguen liberando partículas plásticas invisibles que respiramos e ingerimos.


Usted y yo, en nuestra vida diaria, podemos hacer algo por impedirlo: rechazar el plástico de un solo uso.


Este problema global conlleva además una reflexión más profunda sobre el empaquetado. En mi última visita a Grecia, me quedé impresionado por el yacimiento arqueológico en el cual había ánforas de 3.500 años de antigüedad, conservadas por la ceniza, y en las cuales los griegos de la época solían transportar alimentos. A través de los tiempos, nuestros sistemas de almacenamiento han evolucionado hasta llegar a ser lo que son hoy en día: más ligeros y con un límite de conservación mucho más prolongado en el tiempo. Es así, pero eso se ha logrado a cambio de, involuntariamente, estar envenenándonos a nosotros mismos y a la naturaleza. Una vez más: tenemos que cambiar.


Tomado de: elmercuriodigital.com

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