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Qué son los microplásticos y por qué son un peligro invisible


Qué son los microplásticos y por qué son un peligro invisible


Investigadores han identificado trazas en todas partes del mundo; inclusive en aguas residuales. ¿Cuál es la amenaza de estas partículas?


Este año se encontraron por primera vez partículas concentradas de microplásticos en muestras de hielo en el Ártico canadiense. ¿Piensa que está a salvo porque lo separan miles de kilómetros? Lea esto: desde 2016, Andrés Pérez y Mauricio Rodríguez, entre otros investigadores en Uruguay, del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Universidad de la República (UdelaR), identificaron la presencia de estas partículas en aguas residuales en el colector de Montevideo previo al vertido al Río de la Plata. Así llegan al océano, donde son engullidas por aves, peces y otras especies marinas y pueden volver a usted y terminar siendo inhaladas o ingeridas en alimentos.


Los microplásticos se definen como trozos de menos cinco milímetros de cualquier derivado de plásticos. Su composición química puede ser muy variada, dependiendo de su origen. En particular, muchos provienen de polímeros que se utilizan en un sinfín de aplicaciones de uso masivo: todo aquello fabricado con polietileno (PE), polipropileno (PP), poliestireno (PS), polietilenterftalato (PET); es decir, desde una bolsa del supermercado a una botella de refresco, pero también en cremas exfoliantes, pasta dental o jabones.


Los microplásticos se clasifican en primarios y secundarios. Los primeros están asociados a una fabricación intencionada en el tamaño. Pérez explicó que aquí aparecen los materiales empleados en productos cosméticos, pellets y fibras de origen sintético. Los otros se originan en la fragmentación de materiales plásticos más grandes en parte por acción de la luz solar.


¿Y cuál es el problema si, al fin y al cabo, son casi imperceptibles al ojo humano? Los residuos de estos polímeros han sido encontrados en océanos, ríos, lagos, suministros de agua potable, agua embotella, suelo y arena. “Estos microplásticos se trasladan por aguas residuales en las urbanizaciones”, apuntó Pérez. Así pueden estar presentes en cualquier parte.


Pérez y Rodríguez desarrollan estrategias analíticas para la identificación de microplásticos en muestras ambientales con financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). En este marco se busca identificar la presencia de estas partículas en aguas residuales en el colector de Montevideo previo al vertido al Río de la Plata. Así, en 2018, los científicos lograron aislar distintos tipos de microplásticos.


“Identificamos variedad de formas y tipos de polímeros, sobre todo, de tamaños menores de 300 micras. Una de las cosas que más nos impactó era encontrar hexágonos de PET; luego vimos que eran partículas de brillantina posiblemente de uso cosmético”, señaló Pérez.


Y añadió: “Se ha visto que las plantas de tratamiento son fuentes puntuales de liberación de microplásticos a los océanos. Este dato podría ser utilizado por las autoridades a los efectos de plantearse estrategias de gestión y mitigación”. Los filtros no pueden detener a los microplásticos debido a su tamaño por lo que se debe implementar tecnología que permita contenerlos.


La iniciativa International Pellet Watch mapea el planeta con los contaminantes asociados a los pellets –en particular, contaminantes orgánicos como bifenilo ploriclorado o PCB y pesticidas organoclorados que “aunque no son usados en la actualidad, han persistido en el medioambiente”– que aparecen en las playas alrededor del mundo. En el apartado de Uruguay aparece señalado Cabo Polonio. Los pellets son gránulos de resina plástica que son transportados por la escorrentía superficial y los ríos. “Tienen mucho tiempo para hacerlo”, apuntó Pérez.


¿Cuáles son los efectos en la salud humana?



“Sabemos que estamos expuestos a microplásticos por diferentes vías: desde agua embotellada, sal y alimentos de mar”, comentó Pérez.


Este año, un equipo científico de la universidad canadiense British Columbia estimó que la ingesta de microplásticos es de entre 39.000 y 52.000 partículas al año, dependiendo de la edad y el sexo. Estos niveles aumentan a entre 74.000 y 121.000 partículas anuales si se considera la inhalación a través del aire. Aquellos que beben solo agua embotellada pueden llegar a ingerir 90.000 partículas adicionales al año en comparación con las 4.000 de los que consumen solo de la canilla.


No obstante, los efectos de la ingestión de microplásticos sobre la salud humana aun son desconocidos. Pero algunos pedazos son lo suficientemente pequeños como para entrar en los tejidos humanos donde pueden desencadenar respuestas inmunes o liberar sustancias tóxicas.


“Usamos plásticos en embalaje de alimentos y dentífricos porque los consideramos inertes. Sin embargo, se está en la fase de experimentación con otros organismos vivos y los efectos no son comprendidos”, agregó el experto.


De momento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la presencia de microplásticos en el agua no supone un riesgo para la salud en los niveles actuales, pero llamó a que se realicen más investigaciones.



Muchos otros animales confunden los pedazos de plástico con comida


¿Qué sucederá en el futuro?



Diversos estudios han revelado que existen, por lo menos, cuatro mil millones de fragmentos por cada kilómetro cuadrado de las playas, corales y superficies marinas del planeta y que se están incorporando a la cadena alimentaria. “Se necesita una mayor concientización sobre el uso de estos materiales y lo que ello implica para las futuras generaciones”.


Las perspectivas no son buenas. Pérez así lo manifestó: “Estos materiales poliméricos tienen una vida media bastante prolongada. Por lo cual son un tipo de contaminación persistente. Como su producción y consumo anual continúan creciendo, se proyecta que existan más microplásticos en los océanos en el futuro que lo que vemos en la actualidad”.



Desecho plástico. Foto: Archivo


¿Dos de azúcar y partículas de plástico?


Un nuevo estudio encontró que una sola bolsa de té puede arrojar miles de millones de partículas de microplásticos. Los investigadores de la Universidad McGill en Canadá descubrieron que cuando las bolsas de té de plástico (no de fibras naturales) se sumergen en una taza de agua casi hirviendo (95°C), la bolsa libera alrededor de 11.600 millones de microplásticos y 3.100 millones de partículas nanoplásticas más pequeñas en la taza.


Esta cantidad es significativamente más alta que la cantidad estimada de partículas de microplásticos consumidas por una persona en un año entero. Según una investigación publicada a principios de este año, la persona promedio ingiere al menos 50.000 partículas de microplástico anualmente y respira en una cantidad similar.


Los investigadores probaron cuatro tipos diferentes de bolsas de té comerciales de plástico que se abrieron, se lavaron y luego se sumergieron en agua casi hirviendo durante cinco minutos antes de ser analizadas por microscopios electrónicos y espectroscopía. Descubrieron que una sola bolsa liberaba más de 11.600 millones de microplásticos, que eran “varios órdenes de magnitud más altos que las cargas de plástico reportadas previamente en otros alimentos”, según el estudio publicado esta semana.

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